El artículo 14 de la Constitución dice que todos somos iguales ante la ley, independientemente de nuestro sexo, raza, religión, etc. Y a mí me parece que éste es uno de los mejores artículos de nuestra Carta Magna porque entronca directamente con la Declaración de Derechos Humanos.
Tener los mismos derechos y obligaciones es el principio básico de la igualdad, y es uno de los pilares de las sociedades democráticas.
A todos, o a casi todos, nos repugnaría la idea de que alguien tiene más derechos, o menos, por el hecho de ser de uno u otro sexo o de una raza determinada, y desde luego nuestra Constitución no deja dudas al respecto. Por eso sorprende, y mucho, que el Tribunal Constitucional haya dictaminado que en los casos de violencia domestica reciban un castigo mayor los hombres que las mujeres. Realmente no lo entiendo y eso que me declaro feminista, y que siempre he apoyado la adopción de medidas de discriminación positiva para ir igualando la presencia de la mujer en la sociedad respecto a los hombres.
Pero no entiendo que dar una bofetada a una mujer, maltratarla o asesinarla, tenga más castigo que dar una bofetada a un hombre, maltratarle o pegarle. ¿Es que duele menos la bofetada? ¿es que la humillación es menor? ¿es que el muerto está menos muerto?.
El camino de la igualdad no se puede construir diciendo que según un delito lo cometa un hombre o una mujer el castigo es diferente. Ahí sí que no les sigo a los magistrados del Tribunal Constitucional, todos ellos aparentemente encuadrados en el llamado sector progresista.
Si rompen el principio de que todos somos iguales ante la ley entonces, en mi modestísima opinión, están quebrando no sólo la Constitución sino la esencia del Estado de Derecho.
Sinceramente me sorprende y no entiendo lo que han hecho los llamados progresistas del Alto Tribunal, salvo que se les haya parado el reloj en no se qué momento de la Historia.
Creo que es imprescindible seguir combatiendo la violencia contra las mujeres, que desgraciadamente continúa siendo una lacra en nuestra sociedad, que desgraciadamente no ha podido ser paliada por la Ley contra la Violencia de Genero.
Hacen falta medios, y muchos, para que esa ley sea eficaz, porque no basta con enunciar los problemas para arreglarlos. Pero la violencia doméstica no sólo se da entre hombres que maltratan a sus parejas, sino también hay mujeres que hacen lo mismo con ellos, y padres que maltratan a sus hijos, e hijos a sus padres, de manera que la violencia doméstica es algo más amplio, aunque, las víctimas más numerosas y evidentes sean las mujeres.
Los tribunales no siempre aciertan, y los actuales magistrados del Tribunal Constitucional no son precisamente un ejemplo de aciertos. Pero sobre todo, lo preocupante es que interpreten de manera tan torticera un artículo, el 14 de la Constitución que deja medianamente claro que todos somos iguales ante la ley independientemente de nuestra condición. Si ésto lo interpretan como lo han interpretado, pongámonos en lo peor por lo que deban de interpretar en el futuro, porque produce una cierta inseguridad saber que estos magistrados creen que no todos somos iguales ante la ley.
dimecres, 21 de maig del 2008
Todos Iguales - Julia Navarro
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