Antiguamente y dada la precaria situación económica, quien constituía una nueva familia pasaba a residir en casa de los padres y así convivian juntos abuelos, padres, nietos, gato, canario, etc.
Afortunadamente los tiempos cambian y gracias a nuestro trabajo y esfuerzo podemos casarnos o unirnos a otra persona y tener una vivienda propia. Es lógico, ya lo dice nuestro refranero popular: el casado, casa quiere.
Más adelante y gracias a nuestro sobreproteccionismo, hemos creado una serie de parásitos que han considerado que era demasiado esfuerzo trabajar para conseguir tener un techo propio y nació la figura de los okupas. Chavales que consideran que no han nacido para trabajar y que es la sociedad la que debe facilitarles la vivienda, amparándose en una lectura “sui géneris” de la Constitución Española en cuanto al “derecho a una vivienda digna”.
Pero ahora ha nacido una mutación de esos parásitos: los que deciden formar una nueva familia a expensas de la vivienda adquirida gracias al esfuerzo de otros. Aquí podríamos hacer un profundo estudio y quizás nos llevaría a la conclusión que son esos mismos personajes que años atrás adornaban sus cabezas con sucias rastas. Los llamaremos, pues, homo-parasitus.
Son seres que se emparejan con mujeres ya separadas o divorciadas a las que les ha sido atribuído el uso y disfrute de la vivienda conyugal gracias a los hijos de esa mujer con su anterior pareja. Seres que, a veces llegan solos, y otras veces aportan su propia prole. Personajes que siguen careciendo de lo que debería tener un hombre de provecho para constituir un nuevo hogar con su esfuerzo.
Y mi reflexión de ahora es ¿cuál será la siguiente mutación de esos homo-parasitus cuando los hijos de esa nueva pareja sean independientes económicamente y la madre, por ende, pierda el derecho al uso de la vivienda?. ¿Qué harán cuando esa mujer le plantee que ahora deberá conseguir una nueva vivienda con su aportación económica?.
Quizás los hallaremos entonces sentados en un banco de la calle con su compañero el “Marqués del Cartón” esperando la hora de apertura del comedor social y quejándose de lo injusta que es la sociedad y nuestro Gobierno por no facilitarle una vivienda digna y gratuita.
dijous, 30 d’abril del 2009
Hombres, hombrecillos.... y cagabandurrias - El Homo-parasitus - Mª Carme Carreño
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