Existe un marcado movimiento pro-defensa de los derechos de la mujer ante el avanzado abuso y el maltrato doméstico. Son golpes emocionales, espirituales, y físicos, que quedan grabados en la vida de tantas mujeres... que llorando exigen justicia, para una situación que violenta sus derechos de persona. Pero existe, detrás de bambalinas, y muy escondido... también el maltrato hacia los hombres.
Mujeres paranoicas que se levantan contra la nobleza y los buenos sentimientos de sus parejas, y los golpean de todas las formas. Existen las lágrimas masculinas también en este aspecto. Hombres que por amor a sus hijos, no dejan a la pareja, aún cuando son objeto de vejaciones de manera verbal, emocional, física.
He conocido de cerca casos como este. Donde la nobleza del corazón del esposo no le permite abandonar un hogar... que ya no es hogar para nada. Y aceptan los golpes aduciendo que la esposa pega suave, y aceptan el maltrato, quizás sintiéndose culpables por no poder cumplir o llenar las expectativas de un alma egoísta que solo piensa en sí misma.
Se sienten perdidos, se vuelven introspectivos, buscan escapes... vías de escape... pero en el fondo, sucede lo mismo que con la mujer. Su autoestima se mina al máximo, se vuelven autodependientes emocionales de su abusadora. Como sucede en todo caso de abuso, la persona que comete el hecho, aisla emocionalmente a su víctima, haciéndole creer que sólo ella es la proveedora de amor, de estabilidad o de sustento.
Me opongo a este tipo de actitudes que sólo conllevan a la autodestrucción del ser. El hombre que permite estos abusos, es como la mujer maltratada que deja que su marido la destruya. Con la esperanza de que quizás las cosas mejoraran algún día continúan con la "farsa hogar" y se envuelven en situaciónes más caóticas.
El tener claro el valor personal y la dignidad, debe ser el primer paso para vencer este tipo de situaciones. El saber que aunque se pierda lo material, no importa, se sale de una situación destructiva, que se convierte en un espiral si no se corta a tiempo. Valer y hacer valer los derechos, y saber que la dignidad está primero. Que si los hijos existen, creo que es más sano que los hijos vean un hogar separado, pero con padres emocionalmente sanos. A que sean los testigos silentes de escenas violentas... que sólo les dejarán una moraleja: Cuando sea grande seré como mis padres.
Existen también las lágrimas masculinas... y son tan amargas como las femeninas, quizás con el agravante, de la condenación de que son ellos quienes tienen que llevar las riendas de un hogar... la provisión principal... y ser el sustento de sus familias, además de ser "muchos machos" y no querer admitir que una mujer los está vejando. Si los hombres, como las mujeres maltratadas aprendiesen que se puede poner un alto las cosas serían diferentes. Si tu estás leyendo esto... y te sucede, valora ante todas las cosas tu vida... tu dignidad, tu valor personal. Y te comparto... si se puede poner un alto... poniendo un pie fuera de esa relación, que nunca cambiará... que al contrario... agravará con el tiempo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada