IGNACIO GIL/ ISABEL RODRÍGUEZ DE LA TORRE
VALENCIA
Las cuatro jueces de Familia de Sevilla han apoyado a su compañero Francisco Serrano y han dicho que las críticas contra él por parte del Observatorio de Violencia de Género del Poder Judicial son un intento de amedrentarle y "comprometen la libertad de expresión de cualquier ciudadano".
Una portavoz de las cuatro jueces de Familia de Sevilla, todas ellas mujeres, ha dicho a Efe que los magistrados de esta jurisdicción están "indignados" con las críticas del Observatorio, pues las interpretaciones del juez de Familia 7, Francisco Serrano, "las puede hacer cualquier ciudadano" y además "es lógico que las emita quien conoce mejor la problemática".
El juez Serrano ha lamentado varias veces que los estudios del Observatorio de Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se hacen con sentencias condenatorias, y no con las denuncias que se archivan.
El lunes pasado, dicho Observatorio respondió en un comunicado que los análisis del magistrado "carecen de rigor" y resultan "inadmisibles", "sin perjuicio de las posibles responsabilidades que pudieran derivarse".
Ahora, las jueces de Familia de Sevilla han asegurado a Efe que cualquier ley, informe del CGPJ o sentencia puede ser objeto de "crítica constructiva y razonada", y los jueces "se encuentran entre las personas más capacitadas para hacerlo".
"Una sociedad democrática y de Derecho debe ser capaz de asumir la crítica", ha dicho la portavoz, y ha añadido que el Observatorio de Violencia de Género "debe ser consciente de que hace una función pública y que puede ser sometido a crítica".
Por ello, sus manifestaciones públicas contra Serrano "suenan a amedrentamiento" y con ello el Observatorio "compromete la libertad de expresión de cualquier ciudadano".
Su actitud supone un peligro para cualquier persona o asociación que desee pronunciarse y se encuentre con la amenaza de ser ilegalizada o borrada del mapa, según las juezas sevillanas.
En sus declaraciones, Serrano "no reveló ningún secreto profesional sino que emitió una crítica, como puede hacer cualquier persona", ha dicho la portavoz.
El juez Serrano, que también ha denunciado el gran número de denuncias falsas que favorece la Ley Integral contra la Violencia de Género, refleja en sus declaraciones "algo que los jueces vemos todos los días, porque no siempre el malo es el padre o la madre, sino que en la vida real cada caso es diferente" y los jueces toman sus decisiones "siempre teniendo en cuenta el interés supremo de los hijos".
La portavoz de las jueces sevillanas de Familia ha informado además de que los foros judiciales en internet están recibiendo numerosos mensajes de apoyo a Serrano y de rechazo hacia la actitud del Observatorio del CGPJ.
TRIBUNALES | Tras sus críticas a la Ley de Violencia de Género
El juez de Familia de Sevilla Francisco Serrano ha pedido al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que retire de su web oficial el comunicado de la presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica que le injuria, puesto que fue emitido a título personal.
Fuentes judiciales han explicado que el juez Serrano se ha dirigido por escrito al CGPJ para pedirle que retire dicho comunicado, publicado el pasado día 14, por considerar que atenta contra su honorabilidad profesional y a la vista de las declaraciones del órgano de gobierno de los jueces de que se emitió a título personal.
En dicho comunicado, la presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género del Poder Judicial consideró que "carecen de rigor" y "son inadmisibles" las declaraciones de Serrano sobre denuncias falsas en casos de violencia machista y apuntó que incluso podrían implicar para él "responsabilidades".
Tal comunicado desató numerosas adhesiones al juez sevillano, entre ellas las de sus propias cuatro compañeras de los Juzgados de Familia de Sevilla, que consideraron que las críticas por parte del Observatorio son un intento de amedrentarle y "comprometen la libertad de expresión de cualquier ciudadano".
Ahora, las fuentes judiciales han apuntado que el CGPJ debería retirar dicho comunicado de su web oficial, donde figura en la página de Inicio y encabezando las "Novedades", o al menos incluir junto a él el informe elaborado por Serrano sobre denuncias falsas de violencia de género para poder contrastar ambas posiciones.
El Gobierno español, que presidirá la Unión Europea en 2010, contará con la oposición de la mayoría de los gobiernos europeos, a su plan contra el maltrato.
Desde el Ministerio de Igualdad, y como referente progresista para Europa, se tilda al resto de gobiernos europeos de conservadores y de adoptar posturas cómodas frente a una lacra como es la violencia contra la mujer.
Éste nuestro país, que aspira a dar lecciones al resto de los europeos, está utilizando la discriminación positiva como medio para conseguir una falsa igualdad que está creando numerosas injusticias contra el género masculino. La igualdad no se alcanza con revanchismo, desprecio y minusvaloración al otro, ni ensalzando hasta cotas insospechadas y surrealistas las cualidades de uno.
Creo que somos nosotros los que debemos aprender de otros países que se rigen por leyes en las que, independientemente del sexo, se condena por igual al/la agresor/a, al/la que incumple sentencias y al/la que denuncia falsamente.
No entremos en la presidencia de la UE como elefante en cacharrería con un tema en el que nos llevan la delantera y centrémonos en averiguar como el resto de los gobiernos están saliendo de esta crisis, mientras España sigue a la cola en la recuperación.
Miriam Carmona
Las declaraciones vertidas por un juez de Familia sevillano han generado un gran revuelo en las dependencias judiciales. Tanto es así que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) no tardó ni 24 horas en reaccionar y calificar de “inadmisible” las manifestaciones de Francisco Serrano. El Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Poder Judicial considera que “carecen de rigor” las declaraciones del juez Serrano y que no ayudan nada en la erradicación de la violencia de género por su “falta de sensibilidad y conocimiento de este problema social”. Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio, afirma que “las denuncias falsas por violencia de género no son más frecuentes que en otros delitos” y recuerda que, según un estudio del CGPJ, sólo en una sentencia de las 530 analizadas "se advirtieron indicios para abrir una investigación por denuncia falsa". Desde hace más de un mes, este juez afirma que endurecer la Ley de Violencia de Género -aprobada por unanimidad en diciembre de 2004 y que el Gobierno quiere ahora reformar- supondría un “holocausto”. A este rechazo del borrador del informe para el estudio, elaborado por el PSOE sobre el funcionamiento de dicha ley, se sumaron 38 asociaciones en un comunicado en el que denunciaban que “la actual conceptuación del maltrato, hombre maltratador y mujer maltratada, considera al denunciado, mientras no pruebe su inocencia como susceptible de condena de maltrato”. Lo cierto es que desde que la norma entró en vigor, el número de encarcelados ha aumentado de forma exponencial. Según han informado a EL IMPARCIAL fuentes de Instituciones penitenciarias, a finales de noviembre el número de condenados por violencia de género ascendía a 3.925, lo que supone un 50 por ciento más que a finales de 2008, cuando se contabilizaban 2.615 personas en prisión por delitos relacionados con la violencia doméstica. ¿Las denuncias sobreseídas se convierten en falsas? Sin embargo, Iñigo Niñerola, presidente de la Asociación de Abogados de Familia, difiere al decir que “hay una gran cantidad de denuncias falsas porque, como comentó el juez Serrano, hay una cifra importante de sentencias absolutorias o casos archivados, con lo que hay dudas de que se hayan cometido esos delitos. El problema es que los que han sido absueltos, probablemente, se hayan pasado 24 o 48 horas detenidos en una comisaría. Un dato a tener en cuenta, ya que nos encontramos en un sistema garantista donde uno de sus baluartes es la presunción de inocencia, que esta ley de violencia está cercenando”. Una ley bajo un planteamiento femenino Según Niñerola, es difícil “afirmar que existe el maltrato masculino, pero a lo que sí estamos asistiendo, con motivo de la creación de la jurisdicción y de los juzgados de violencia, es a una desigualdad de trato entre hombres y mujeres. Por lo tanto, sería necesario y, cada vez más, que se trate de dibujar de otra manera la actuación de los juzgados de violencia. Fueron unos juzgados que se crearon para dar una respuesta a las víctimas, pero han nacido colapsados”. El presidente de la Asociación de Abogados de Familia explica el mal funcionamiento de estos juzgados en que conocen tanto de casos civiles como penales. De este modo, se dan situaciones de divorcios -un asunto civil, donde se tratan de igual manera a los hombres y a las mujeres- que acaban siendo llevados por estos juzgados de violencia -un asunto penal- y con la Ley contra la Violencia de Género en la mano tras una denuncia de “supuestos” malos tratos. “Necesitarían deslindar las competencias civiles de las penales para poder dar una respuesta eficaz a las víctimas, ya sean mujeres o hombres”. ¿Quién protege a la víctima de una denuncia falsa? Demostrar que una denuncia ha sido falsa es harto complejo, porque la línea que separa lo que es considerado como malos tratos y lo que no, es demasiado delgada. “Es muy difícil que un juez de lo Penal acredite a través de las diligencias practicadas en la resolución que la denuncia ha sido falsa categóricamente, pero desde el punto de vista formal sí que es falsa una denuncia desde el momento en que se archiva o se absuelve al acusado”. “No hay muchas denuncias falsas, pero destrozan la vida de muchos hombres” Lo que es cierto es que, aunque sean pocas y no haya diferencias significativas con el número de denuncias falsas que se presentan por otros delitos, destrozan la vida del hombre acusado. Es el caso de un padre de familia que ha contactado con este periódico pero que prefiere mantenerse en el anonimato. Lleva más de cuatro años a la espera de un juicio y también cree que las denuncias falsas por malos tratos "no representan la mayoría de las denuncias en casos de violencia de género, pero sin ser una mayoría, el número es demasiado elevado, sobre todo teniendo en cuenta que en cada denuncia falsa se le destroza la vida a un hombre y a su familia cercana”. De momento, y hasta que no pueda demostrar su inocencia, ha perdido su trabajo y su piso, aunque sigue pagando la hipoteca y ni él ni los abuelos paternos pueden contactar con sus hijos.
Como ya adelantó EL IMPARCIAL este verano, sólo el 16 por ciento de las denuncias por malos tratos concluye en una sentencia condenatoria. Aunque, según ha aclarado a este periódico el profesor de Derecho Penal de la UNED Carlos Vázquez, “no todo sujeto que sea absuelto de malos tratos convierte en falsa automáticamente a la primera denuncia en falsa. Puede ser absuelto por falta de pruebas o porque los malos tratos no tengan la entidad suficiente”.
Las diferencias son evidentes y reales. Si una mujer va a una comisaría a presentar una denuncia por malos tratos, lo más seguro es que el hombre acusado por esos hechos esté detenido en cuestión de horas. Sin embargo, si es un varón el que acusa a una mujer, en prácticamente ningún caso será detenida y sólo se procederá a tomarle declaración 15 días después, preservando su presunción de inocencia.
Niñerola responde con contundencia al decir que “nadie protege a un hombre que ha sido víctima de una denuncia falsa. Sí tendría derecho a solicitar una indemnización al Ministerio de Justicia por mal funcionamiento de la Administración, pero con eso se quedaría”. Algo muy limitado teniendo en cuenta las consecuencias negativas que sufre un hombre acusado por este tipo de delitos hasta que se demuestre su inocencia. “Las leyes deberían ser garantes de los derechos individuales y no puede ser que una norma desproteja a una parte o a la otra; debe tratar por igual a los hombres y a las mujeres”.
“No creo que haya muchas denuncias falsas porque está tan bajo el límite de los malos tratos que, según el artículo 153 del Código Penal, se contemplan como tal desde insultos a empujones y menosprecios. Es muy difícil que la denuncia sea falsa. Ahora bien, pueden no tener la suficiente entidad para considerar ciertos conflictos como violencia de género”, explica el profesor Carlos Vázquez.
El artículo 1 de la Ley de Violencia de Género (LVG) establece que todo hombre sujeto a las leyes españolas por su nacionalidad o residencia es violento dentro de la pareja heterosexual. De entrada. Como ha dicho el juez Francisco Serrano, el legislador (la legisladora) escribió como manifestación de la discriminación y no cuando la haya. También podría haber preferido antes que el presente de indicativo (la violencia que se ejerce), algún tiempo del modo subjuntivo (cuando la violencia se ejerza, se ejerciera) o la pasiva (sea ejercida). Universalizado así el maltrato, los legisladores (las legisladoras) olvidaron concretar qué es maltrato; sencillamente se predica que se ejerce, pero no se tipifica. Aquello que represente una molestia para la mujer con la que se ha mantenido una relación de pareja es susceptible de ser considerado maltrato, pues podría entrar dentro del llamado maltrato psicológico por ser contemplado como “manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres”. Las preguntas de la llamada macroencuesta con la que se inició la justificación de una ley como la LVG incluyen las del tipo ¿Ha hecho comentarios despectivos de su ideología política? También la casuística se había hecho universal. Pero no parecía suficiente. Termina el artículo 1: “por parte de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”. El maltrato, coherentemente, es eterno y sólo se libra uno de él en el alejamiento perpetuo. La posibilidad de que llegara a ser reversible se estudia con suspicacia. La LVG, como bandera de la ideología de género, no distingue entre procesos de divorcio, episodios de crisis doméstica, conflictos de noviazgo, violencia física continuada… Todo es maltrato, todos somos maltratadores, y lo somos para siempre.
Con este artículo entre las manos, entre otros también afectados por esta ideología, los jueces dirimen conflictos de pareja, a veces con hijos comunes. Buena parte de las denuncias de violencia de género ocurren durante el proceso de divorcio. Se dirá que es ésa la causa de la separación, pero es que también aparecen cuando el divorcio lo solicita él (recordemos que sólo las mujeres pueden recurrir a esa ley). No son pocos los riesgos objetivos identificados por los jueces para dictar una orden de alejamiento sin más base que su propia protección de la complejidad familiar, de la presión social y del por si acaso.
¿Quién sale ganando?, se pregunta el Delegado del Gobierno para la Violencia de Género. Empecemos por quién no gana para ir excluyendo. Mis hijos no han ganado desde que inicié el proceso de divorcio y empecé a recibir denuncias (pesadillas y bruxismo, duelo, merma del rendimiento escolar, conflicto de lealtades, confusión informativa, judicialización de su vida, incomodidades en su ritmo de vida…), ni yo he ganado desde que inicié el proceso de divorcio (a las denuncias –para la tranquilidad bien pensante aclaro que tres fueron absolutorias y una no llegó al juzgado– se suma una orden de alejamiento que afectó a mis hijos, ansiedad, descapitalización mensual y anual…). En otros casos perdieron mucho más, como el contacto paterno-filial. ¿Quiénes ganaron?: supongo que quienes viven de las estadísticas para recibir las subvenciones, los centros que cuentan los usuarios para fortalecer su presencia, quienes viven de la publicidad de los programas contra la violencia de género, letrados y letradas, procuradores, arrendadores de domicilios, los (las) que convierten en trofeos las custodias parentales y a los niños, incluso el señor Delegado del Gobierno ha salido ganando con su nuevo puesto. Miraría por ahí antes que dejarlo en la duda malintencionada. Pero ni mis hijos ni yo hemos ganado nada que nos haya sido concedido. Nadie nos ha hecho un favor con las denunincas. Tampoco las personas muertas, mujeres y hombres, a manos de sus anteriores parejas o de sus sicarios. De todas formas, enfocarlo desde el punto de vista de ganar o perder no ayuda mucho a apaciguar el panorama.
A la par que aparecieron los centros para la Mujer en cada localidad de este país no surgió ningún –aunque fuera pequeñito– centro del Hombre o centro del Varón con ninguna –aunque fuera pequeñita– subvención para estudiar su situación hoy y centralizar sus reivindicaciones en caso de que el igualitarismo feminista hubiera perdido su medida y se hubiera convertido en revanchismo de género. Se pueden contar en minutos y líneas sin perder la cuenta las intervenciones mediáticas criticando la situación creada para el hombre en España, mientras se hace en miles de horas y ríos de tinta la dedicada a la violencia ejercida sobre las mujeres, presente a diario en las noticias. Puestos a hablar de agitación y propaganda, no hay color. Nos ilustraba Hannah Arendt sobre cómo Stalin preparaba la purga de sus nuevos enemigos acusándoles de sus propios rasgos político-patológicos que después él mantenía sin reparo.
A los hombres juzgados por denuncias les han pedido un esfuerzo en beneficio de las mujeres verdaderamente maltratadas. Eso es lo que han oído hasta de sus propios letrados. Un esfuerzo que no ha servido de mucho, dicho a la luz de las estadísticas elaboradas por las propias instituciones del Estado. Parece que es hora de que el Gobierno haga su trabajo y no se lo pida hecho a la sociedad eternamente, porque entonces cabe plantearse qué hace ahí este Gobierno y para qué existe la LVG, alterando la vida democrática desde en el margen diluido del Estado de Derecho.
Las denuncias falsas (un coste social soportable, en palabras de López-Aguilar, ministro de Justicia del Gobierno que aprobó esta ley) llegaron a cifrarse en un 4% según los defensores de la ley (las defensoras) antes del estudio del Consejo General del Poder Judicial que finalmente las ha rebajado a menos del 0,2%, cuatro puntos por debajo de la media de denuncias falsas en cualquier tipo de delito (Lo raro es que no dé un cero absoluto, porque todo es maltrato). Es difícil de creer que algo que suele despertar tan poco interés en los juzgados a la hora de investigar como las relaciones familiares pueda aclararse sólo con leer los rollos judiciales (y sólo en parte) y que no haya intereses coyunturales en la presentación de los resultados. Más cuando el juez Serrano ha aclarado que el estudio se realizó sobre condenas ratificadas en la Audiencia y sin contar las que no llegaron hasta allí. Como ir a buscar pobres a Beverly Hills, ha dicho. Mejor en Cáritas.
Nos presentan desde el Gobierno como un país con una ley única en el mundo. Tal vez deba tomarse como una señal para empezar a pensar si no somos los únicos que nos hemos equivocado al hacer una ley de efectos y uso tan brutales. La LVG no ha conseguido su objetivo principal: reducir las muertes en la pareja. Sólo ha logrado que aumenten las denuncias, la fecalización de los procesos de familia, la demonización del hombre y el desaguisado social, legal y judicial. Y lo ha hecho con política de fanfarria y no con otra más fina.
La imagen difundida y parece que deseada del hombre en la pareja se acerca mucho a la que hace una semana todavía lucía en la Puerta del Sol de Madrid: un hombre embridado, con los pantalones bajados y de rodillas era el objeto de juegos de su nueva mujer, mientras en la pared de la habitación del hotel se leía Recién casados. Huelga el trabajo de predecir cuántos segundos hubiera durado esa idea publicitaria en la cabeza del creativo (la creativa) si los sexos estuvieran intercambiados. Si definimos género como rol social que se atribuye a un sexo, el que se le reserva al hombre es rechazable tanto como lo rechazaron las mujeres. Ese revanchismo no tiene beneficios sociales y ya ha generado bastante daño, para el presente y para el futuro.
Los PGE han ‘resucitado’ su carácter de 'ley locomotora’ que conlleva otras reformas. Entre ellas, el proyecto de PGE para el 2010 contempla una reforma del art. 174.2 de la Ley General de la Seguridad Social. Según el nuevo texto de la reforma, las mujeres víctimas de violencia de género que se hayan separado de sus maridos, tendrán derecho a cobrar una pensión de viudedad de su ex marido. Como lo están leyendo.
El texto reformado señala que "en todo caso, tendrán derecho a la pensión de viudedad las mujeres que, aún no siendo acreedoras de pensión compensatoria, pudieran acreditar que eran víctimas de violencia de género en el momento de la separación judicial o el divorcio mediante sentencia firme, o archivo de la causa por extinción de la responsabilidad penal por fallecimiento; en defecto de sentencia, a través de la orden de protección dictada a su favor o informe del Ministerio Fiscal que indique la existencia de indicios de violencia de género, así como por cualquier otro medio de prueba admitido en Derecho".
Segundo: para probar que ha sido víctima de violencia de género vale todo. Así se sigue el mismo criterio que para recibir ayudas por violencia de género: basta la denuncia, sin necesidad de esperar a la sentencia firme.
En este caso, basta la orden de protección o el informe del ‘independiente’ fiscal que señale “indicios”. Y por si se nos olvidaba algo, “cualquier otro medio de prueba”. O sea, que se cobrará sí o sí. Un incentivo más para que las denuncias se sigan multiplicando
La Federación Andaluza para la Defensa de la Igualdad Efectiva (FADIE) ha pedido hoy que la Junta "ponga en marcha urgentemente toda su logística" para que un padre pueda ver a su hija después de seis años, pues fue acusado de abuso sexual pese a que las lesiones de la niña se debían a las lombrices que padecía.
En un comunicado remitido a EFE, FADIE denuncia "el lamentable y dramático vía crucis por el que ha tenido que atravesar este padre con motivo de su ruptura matrimonial, privado durante seis largos años de cualquier contacto con su hija como consecuencia de una falsa denuncia por abusos sexuales".
El padre M.A.T.B. acaba de ser absuelto definitivamente por la Audiencia de Sevilla porque las lesiones que presentaba su hija de 2 años en los genitales se debían a que ella misma se rascaba por la noche debido a las lombrices que tenía.
La asociación denuncia que, como consecuencia de este proceso, el padre no ve a su hija desde que tenía 2 años, cuando la madre "decidió abandonar el domicilio familiar, se llevó absolutamente todo y presentó una denuncia falsa contra su marido".
Por ello, pide a las consejeras de Justicia, Begoña Álvarez, y de Igualdad y Bienestar Social, Micaela Navarro, que "pongan urgentemente en marcha toda la logística de sus administraciones para restituir de manera inmediata el contacto entre padre e hija".
Además, exhorta a la fiscal jefe de Sevilla, María José Segarra, y al fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, para que "inicien de oficio diligencias contra la falsa denunciante M.L.G. con objeto de deducir falso testimonio y de garantizar que se aplique sobre ella todo el peso de la ley".
"Una vez más asistimos a la gravísima lesión de derechos fundamentales como la presunción de inocencia y el derecho de igualdad ante la ley, derechos que han sido dilapidados a raíz de la aprobación de la Ley de Violencia de Género, que ha rescatado el delito de autor y que condena de antemano al varón por el hecho de serlo", sostiene el comunicado.
FADIE afirma que el padre ha vivido un auténtico drama pues padece graves trastornos psíquicos, además de un cáncer de colon y otro de piel, y después de todo este tiempo todavía tiene pendiente su proceso de divorcio, cuya vista se celebrará el próximo día 10.
Tras ello, M.A.T.B. "espera no tener que ir a recoger a su hija al domicilio de la madre" y va a luchar por obtener la custodia total de la niña, a la que su madre "viene predisponiendo y manipulando en contra de su padre, en un flagrante ejercicio de malos tratos psicológicos".
FADIE exige la destitución del delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente Acosta, así como la desaparición del Ministerio de Igualdad, que a su juicio "sólo ha servido para fomentar la guerra de sexos y para incrustar en nuestra sociedad la más espuria ideología de la discriminación".
Manifiesta también la necesidad de derogar la Ley de Violencia de Género, así como "introducir en nuestra legislación la custodia compartida como escenario prioritario".
"Sólo desde una perspectiva legislativa de igualdad y de protección real de los niños se conseguirá prevenir la violencia en el seno de las familias y se evitarán los casos de abusos, como el que hoy sufren M.A.T.B. y su hija, detrás de los cuáles a menudo se esconde la custodia de los hijos", sostiene el comunicado.
Toda separación resulta dolorosa. De eso no hay duda alguna. Pero es aún más traumática cuando hay hijos de por medio; y si estos son menores, son quienes más sufren las consecuencias de la división de los padres. Y ya resulta infinitamente desagradable cuando una de las partes acusa a la otra de maltrato para evitar que la custodia de los pequeños sea compartida.
Cada vez asistimos con más frecuencia a casos en los que se consigue eliminar a uno de los cónyuges con una denuncia falsa. El último fue dado a conocer ayer, cuando un hombre resultó absuelto por la Audiencia de Sevilla tras haber sido acusado de abusar sexualmente de su hija de dos años. Las lesiones que presentaba la niña eran consecuencia de las heridas que ella misma se había producido al rascarse por las lombrices que tenía, y no por una presunta agresión como su ex mujer señaló ante el juez. Durante seis años, el hombre ha permanecido apartado de su hija, que ahora tiene ocho, tras una decisión judicial ante la denuncia de su pareja que ha resultado falsa. La principal prueba del abuso era el testimonio de la madre, que se produjo "en el contexto de una conflictividad conyugal".
Antes de ser denunciado, el acusado trabajaba como autónomo para unos grandes almacenes. Tras estos seis años ha contraído cáncer de colon y de piel, está sumido en depresión crónica, ha sufrido dos intentos de suicidio y se halla en permanente tratamiento psicológico, con una pensión por enfermedad de 301 euros.
"Hay que ser más contundente en estos casos; a mí me han privado de ver a mi hija casi siete años; esto no puede durar tanto y hay que investigar a las dos partes; con tanto tiempo hasta las pruebas se pueden perder, y el daño físico y psicológico que te causan a ti y a tu familia, ...", explicó el denunciado que ha pedido "igualdad" y que su ex mujer pague por haberle puesto una denuncia falsa.
"Una hija duele mucho; yo lo que pido es igualdad y que el que cometa el fallo que lo pague; si yo soy inocente, cómo la otra parte va a quedar impune; que los que manden hagan hincapié en esto; ahora quiero que me den la custodia de mi hija y su madre que pague lo que tenga que pagar, que haya justicia para los dos no para uno sólo", dijo el afectado de 37 años.
Además está seguro de que su hija, a la que no ve desde hace seis años y que, según dijo, se refiere a él como "el hombre malo", padece Síndrome de Alienación Parental (SAP), inducido por la madre para que le deteste a él.
"Mi familia está destrozada, yo también y mi hija no conoce a su padre; yo no puedo dormir más de una hora seguida, cogí problemas graves de estómago y depresiones", declaró el afectado, quien sobre la futura relación con su hija dijo que "va a ser difícil; a lo mejor tengo que ir a recogerla a su casa, pero cómo me las apaño yo para decirle 'soy tu papá', eso cómo se hace, cómo se dice".
Con las debidas excusas, permítaseme citar el siguiente pasaje de un artículo que publiqué el 6 de junio de 2006 en Babelia: "En un país donde, según las estadísticas que publica en Internet el Instituto de la Mujer (http://www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras/tablas/W837.XLS), mueren en manos de sus parejas del sexo masculino un promedio de ocho mujeres por mes, resulta temerario rechazar por tendenciosos o exagerados los alegatos y denuncias de los colectivos feministas, tanto cuando se manifiestan abiertamente en su característico tono militante como cuando recalifican el sesgo de sus posiciones con la denominación "estudios de género". La discriminación y la violencia contra la población femenina sigue siendo una parte sustancial de la acendrada tradición del machismo ibérico. Es tan flagrante y grotesca la misoginia española -signo de una secularización incompleta que la modernización superficial y muy reciente de España sólo ha conseguido maquillar-, que aún está pendiente la reparación de la condición inferior de la mujer en este país, reparación que desde luego queda apenas mitigada por la política de asignación de cuotas de poder aplicada por las últimas administraciones de populares y socialistas. Ningún reclamo en cuanto a la condición de la mujer española está injustificado".
Cualquier opinión que disienta del dogma es escarnecida como machista
Contra la violencia, leyes justas, justicia social e instrucción pública de calidad
Esta reparación sigue estando pendiente y sólo por esta razón entiendo que mi artículo Revanchismo de género haya producido tanta alarma y tantas descalificaciones irracionales, pese a que se trataba de un texto coyuntural, compuesto por dos casuísticas y un argumento de peso.
En el primer caso se analizaban someramente los equívocos de la campaña Maltratozero a tenor de una valla publicitaria con el lema "De todos los hombres que haya en mi vida ninguno será más que yo". Aunque a primera vista podía no ser evidente, estaba claro que, sin los necesarios retoques, el lema en boca de un hombre se convertía en una afirmación sexista. Y en efecto -oh, sorpresa-, al aplicarlo a los varones, el "más" se convierte en "menos", de donde sólo cabe pensar que los promotores sabían que no apuntaba precisamente a afirmar la igualdad de "géneros". Se actuaba así en consonancia con el feminismo más serio que, desde la obra seminal de Alice Schwarger, La pequeña diferencia y sus grandes consecuencias (1979), siempre ha resaltado la condición diferencial de la mujer sin demérito de la igualdad jurídica.
¿Que quién teme al feminismo? Yo creo que mucha gente. Sobre todo cuando pretende deslizar su "diferencia" en las normas jurídicas y en las costumbres con la coartada de que así se protege a las víctimas o se repara una discriminación histórica.
Por lo que a mí toca, no le tengo ningún miedo y, al mismo tiempo, no veo inconveniente en suscribir (y lo he hecho en uno de mis libros) la versión ultrafeminista acerca de la naturaleza brutal masculina, como la que dan Catharine McKinnon y Andrea Dworkin en su lucha contra la pornografía o algunos pasajes muy lúcidos del Manifiesto SCUM de Valerie Solanas, al tiempo que abomino del mundo amazónico que esa ideología pretende construir.
La segunda casuística trata de algo muy trivial: la forma en que las mujeres actualmente se presentan en las letras de las canciones populares y en los videoclips. Me referí al de Julieta Venegas porque, tras arrojar por la borda del globo un aspirador y un televisor, Venegas echa al vacío a su ex enamorado como un objeto más. ¿No se trataba de que, por una vez, los representantes de uno y otro sexo (o "género") dejemos de tratarnos mutuamente como objetos? ¿Qué opinaría el colectivo femenino si, por ejemplo, David Bisbal se filmase agarrando a su compañera por los pelos y la arrojara por la ventana? Y mencioné la canción de Shakira porque explícitamente termina diciendo "Sigue llorando perdón, que yo no voy a llorar hoy por ti". Los disparates son habituales en la variopinta iconografía del pop, pero llama la atención que nadie repare en ello pese a que las masas -huelga decirlo- no leen a Kant o a Amartya Sen para recabar sus valores éticos y convivenciales y en cambio siguen a pies juntillas las lecciones impartidas por los medios, la publicidad, el cine, la televisión y los videoclips.
Por último, me parece un argumento de mala fe afirmar que culpabilizo a las mujeres de la violencia de que son objeto. Yo afirmo una cosa muy diferente: que las pautas "de género", tanto de los varones como de las mujeres, se constituyen en la primera infancia, cuando es decisiva la intervención de las madres. La madre es nuestro primer objeto de deseo y, a la vez, nuestra primera educadora sentimental. En relación con ella se labra nuestra identidad sexual y el modo como nos relacionamos con nuestros objetos de deseo. Por supuesto que también intervienen las mujeres durante toda la vida social de un adulto, como nos recuerda machaconamente el feminismo en todas sus variantes. Por lo tanto, ¿qué tiene de condenable señalar que este papel es insoslayable por lo que toca a la conformación de conductas tolerantes o machistas, brutales o civilizadas, tanto de las mujeres como de los hombres?
La única solución viable para el gravísimo problema de la violencia "de género" -qué digo, de la violencia en todas partes- es la promulgación de leyes justas y la promoción de la justicia social, cuya condición de posibilidad es una instrucción pública de calidad, el mejor medio conocido de promover una ciudadanía cívicamente virtuosa. Pero lo seguro -y éste es el asunto principal aquí- es que tal propósito nace muerto en una sociedad regida por pautas publicitarias (o sea, por el engaño), que habla lenguaje publicitario -lengua muerta, pues dice cómo no son las cosas- y "educa" con pedagogía publicitaria, que es pura manipulación de las conciencias. En suma, lo contrario del conocimiento. Por lo que cabe suponer que esta campaña es falaz y tan eficaz como intentar parar un toro con un Padrenuestro.
Sin duda, hay asuntos prácticos que aconsejan el uso de eslóganes como "Si bebes, no conduzcas" o "Póntelo, pónselo", pero eso no puede inducir a pensar que la violencia "de género" vaya a paliarse o atajarse con procedimientos publicitarios. Tampoco se desentraña convirtiéndola en un asunto enfocado desde la sola y exclusiva perspectiva de las víctimas. Honestamente, no creo que afirmar esto constituya una "apología de la violencia de género" ni que descalifique en absoluto la condición de la mujer contemporánea.
Sigo pensando hoy igual que hace tres años con relación a la violencia sobre las mujeres. Los virulentos e injustos ataques de que he sido objeto sólo se explican porque las cuestiones relacionadas con la condición de la mujer y sus derechos hace tiempo que se han convertido en un dogma y, como tal, cualquier opinión que disienta con la pauta dominante es inmediatamente perseguida, escarnecida y descalificada como machista, misógina y retrógrada. Pero lo más significativo es que no sólo se ha protestado por una supuesta apología que nunca existió, sino que además se ha criticado la decisión misma de publicar mi artículo y se ha reclamado la necesidad de proscribir lisa y llanamente cualquier otra opinión semejante. Y esto, señoras y señores, es impropio de un régimen de libertad y de una democracia moderna.
Enrique Lynch es escritor.