Nadie da ninguna importancia al perjurio.
Por ejemplo, al de la Constitución. Hay
unanimidad en ignorarlo o banalizarlo, tanto
de parte de los poderes públicos como de la
sociedad civil. Todos de acuerdo: no problem?
Las excepciones son ignoradas o reprimidas,
tanto si son tribunales como simples
ciudadanos, como el niño que fue llevado al
psiquiatra “por loco”. Tan “loco” que
preguntaba por qué él tendría que hacer la
mili y sus compañeras de clase no, si todos
somos iguales (eran los años 90, ver
http://antigona.org => Mapa => Indefensión).
Sin embargo, como muy bien dice el Premio
Nobel Konrad Lorenz, la aceptación de una
“falsedad universal”, implica toda una política
y unas leyes basadas en esta falsedad, lo
que ha de ser terriblemente malo por
necesidad (Sí problem!).
Como el niño del ejemplo, todo aquél que se
opone a esta falsedad universal se encuentra con la
oposición o la indiferencia de la TOTALIDAD de la
sociedad y de los poderes públicos. Y aunque exista la excepción de algunos tribunales, es muy difícil que estos casos lleguen a ellos, SOBRE TODO CUANDO SE TRATA DE NIÑOS (casi imposible) o de jóvenes (muy difícil), pues sus sentencias son ignoradas hasta por los abogados y los especialistas en Derecho.
En el aspecto de la violación de los derechos, la situación es parecida a la de algunos Estados totalitarios, como el nazi. Pero, en realidad, ES MUCHO PEOR.
¿Por qué? Porque en los Estados totalitarios del pasado, los derechos de los individuos se violaban en beneficio del interés del Estado y de su pueblo, mientras que ahora se violan en aras de la destrucción del propio pueblo y, consecuentemente, aunque no se diga, del Estado mismo.
Esto es evidente, pues se apunta a la destrucción moral y mental de la propia juventud, que no podrá completar su ciclo biológico en proporción suficiente, por lo que la propia población se extinguirá, al adquirir una desventaja biológica respecto a las poblaciones menos afectadas (homonazismo o nazismo contra los iguales).
En este sentido, es un fenómeno opuesto al nazismo de Hitler, que produjo un verdadero “baby boom” por exaltación del pueblo que lo padecía (heteronazismo).
Además, aun en los casos de los jóvenes que tengan descendencia, no podrán transmitir unos valores que a ellos mismos les han sido negados, dando lugar a una 2ª generación de todavía más severamente afectados.
El caso del niño del ejemplo es el mejor, es EXCEPCIONALMENTE mejor, pues lo más normal, con diferencia, es que la renuncia a los derechos quede en el inconsciente y que el niño se convenza de que NO LOS MERECE, por el hecho de no ser niña, creándose un pueblo con complejo de inferioridad, que se cree “malo” y “opresor” (parte consciente o semi-consciente) y que es un beneficio para la Humanidad que deje de existir, dejando su lugar a otros (parte
menos consciente).
Incluso, en el caso de los pocos niños que se hacen conscientes de la situación, este hecho puede ser desastroso si los reprimen con otros métodos en lugar de enviarlos a un psiquiatra.
E, incluso en el caso de “tener la suerte” de que los envíen a un psiquiatra, les falta todavía tener la INMENSA SUERTE de que el psiquiatra no los tome por locos de verdad y los atiborre de fármacos contra la psicosis, que tienen unos efectos secundarios devastadores.
Este psiquiatra había sido formado en tiempos de Franco, tiempos en los que se podía hablar de la censura, además de condenarla, entre otras razones porque la censura impuesta por el poder político no estaba respaldada por ninguna censura impuesta desde la sociedad.
De ser un psiquiatra formado bajo el actual totalitarismo, el niño no habría tenido tanta suerte, a
buen seguro, pues al no ser la censura actual ni reconocida ni criticada, todo aquél que se sale de lo “políticamente correcto” es tenido por loco (“con suerte”!).
Sólo la influencia del movimiento de los “PADRES SEPARADOS”, que han roto el tabú de considerar impensable que algún hombre puede estar injustamente discriminado por ser varón puede proporcionar algún apoyo indirecto a estos casos de discriminación. Esta influencia existe desde hace años en otros países, pero en España es reciente, lo que explica que vayamos en
cabeza de la baja natalidad, alta mortalidad juvenil, consumo de drogas, aumento de la población penal, fracaso escolar, irresponsabilidad política, etc.
Resultado de una derrotaLa renuncia al derecho a la igualdad de los varones y a otros derechos, como la seguridad jurídica se debe a una DERROTA en el terreno de la “sociedad civil”, especialmente entre la de los jóvenes en la Universidad, en los partidos, asociaciones y sindicatos y en los grupos en general.
¿A qué se debe esta derrota del sexo masculino? Se debe a una diferente estrategia sexual de los hombres y las mujeres. Los hombres, tradicionalmente, no se niegan a tener relaciones sexuales, ni piden nada a cambio. En todo caso, si la relación se prolonga, pueden pedir estabilidad o fidelidad. Pero esto no se acepta hoy día, y la mujer puede dejarlos cuando quiera.
En cambio, las mujeres, tradicionalmente piden “algo más”. Que antes era el matrimonio, o que les “pusieran un piso”, o que las invitaran, pagaran, etc. En los grupos más o menos ideológicos o intelectuales, este “algo más” que ha de dar el hombre ha ido incluyendo la aceptación, SIN RESERVAS, de la mujer como explotada y oprimida en todos los sentidos y del
hombre mismo como opresor. Y, SOBRE TODO, este precio incluye el ABSOLUTO SILENCIO sobre cualquier inconveniente o discriminación que puedan sufrir o haber sufrido los varones, como son los de ser enviados a la guerra, hacer la mili, ser obligatoriamente los proveedores económicos del hogar, etc.
Y todavía más: incluye también considerar superfluos o nocivos ciertos roles tradicionales de los varones.
Además de los mencionados, tenemos el de ser responsables de la política, de la coherencia de las ideas y de la ética, la transmisión de los conocimientos adquiridos desde la antigüedad… lo que se simboliza como el “rol del padre”, considerado ahora opresor e inútil.
Lo grave es que este precio no ha sido necesario sólo para acceder sexualmente a las mujeres, sino que pronto se ha hecho necesario PARA PERTENECER A ESTOS COLECTIVOS MISMOS, que son los que dirigen el saber y la sociedad. Por lo tanto, estas falsedades que, en principio, son
necesarias para acceder sexualmente a las mujeres, en estos colectivos, se han convertido en necesarias para pertenecer al colectivo universitario, político, sindical, asociacionista, etc.
No importa mucho que pueda haber algunas mujeres que no exijan este precio por su sexo o su compañía, ni que haya hombres que no estén dispuestos a pagarlo por acceder a las mujeres: este precio es necesario para ser aceptados en sociedad, sobre todo en el terreno político e intelectual, incluidas las implicaciones profesionales que ello conlleva.
Este precio es incluso necesario para ser aceptado en la propia familia o en la escuela, como era el caso del niño que preguntaba por qué sólo los chicos estaban obligados a hacer la mili si todos eran iguales, o sea, si toda discriminación por razón de sexo estaba prohibida,
¿por qué nadie se enteraba de esta discriminación evidente de los varones?
Nadie se enteraba de esta ni de otras. Por ejemplo, del mayor fracaso escolar e inadaptación de los chicos en la escuela, de su mayor caída en las drogas, de su mayor mortalidad juvenil, etc.
Nadie se enteraba de todo esto porque TODO ES UNA MISMA MENTIRA: que las mujeres lo tienen TODO más difícil y ellos TODO más fácil.
Esta mentira, que incluye aceptar que los varones son biológicamente inferiores y peores (por esto fracasan más en la escuela, mueren antes y van más a la cárcel, etc.) es PRECISAMENTE consecuencia de una dificultad especial de los varones jóvenes: pueden perder muy fácilmente la posibilidad de practicar el sexo si no tienen cuidado y son expulsados de los círculos sociales en los que lo pueden conseguir. Otro aspecto de este peligro es el de ser expulsados de su hogar ante el mínimo roce con su pareja, que fácilmente puede creerse estafada y explotada, pues es lo que se dice y lo que el varón ha tenido que aceptar para permanecer en la sociedad. Esta situación es la que refleja el chiste gráfico que hemos encontrado en Internet, que es prácticamente la única forma de claudicación del varón que se denuncia. Pero no es la más general, pues la más general es la que se practica para mantenerse en la sociedad, sobre todo de grupos ideológicos o intelectuales y para escalar en ellos. Y aunque el origen de todo es la consecución de la relación sexual por parte del varón, a la larga resulta que dicha claudicación es necesaria para su simple socialización.
La profesora de psicología Ruth Tarquini decía, a principios de los 80, que, aunque ella no podía saberlo seguro, pues nunca había sido hombre, creían que no habría claudicado tan completamente como ellos “para conseguir el conejo” (= sexo femenino). O sea, que dado el precio del conejo (sic), ella hubiera prescindido de tener relaciones sexuales, en el caso de ser hombre. Esto está claro. Pero lo que sucede es que no sólo hubiera tenido que prescindir de las relaciones sexuales, sino de ser aceptada por la sociedad misma, pues los farsantes no pueden aceptar a los virtuosos, como le ocurría el niño del psiquiatra, que no estaba en el caso
de ser privado del “conejo”.
Opiniones de parte o de la totalidad de la asociación contra la EXCLUSIÓN JURÍDICA Edip Rei,
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